Mi madre que ocupa todo mi ser. Ella es muy fuerte, nunca se cansa y lo digo porque está bien entrenada. Somos 7 hermanos que le hemos hecho pasar de todo, como muchas alegrías y tristezas. Hasta ahora no comprendo de dónde saca tanta fuerza y energía que atrae a muchas personas. Cada vez que me encuentro a alguien que la conoce, es un solo de alabanzas. ¡La amo!
¡Mi hermana! Con su sonrisa inolvidable.
Luego están las mujeres que me arrancan un retortijón que llega hasta mis bajos instintos. Hasta el momento han sido contadas, como cuando te vas a lanzar a una piscina; o en este caso, estas a punto de cortar el cable azul de una bomba a punto de estallar.
Un amor joven de mucho contacto, dos Levis muy gruesos no eran impedimento para que se filtre el sur.
Un amor lejano, constante y duradero, miles de encuentros fugaces, sentidos exponenciales. Amistad perdida.
Y un amor por venir.
En este tiempo tengo claro que las mujeres y montañas mueven mi centro. Cuando voy cuesta arriba mis latidos se aceleran y en la cima observo las maravillas que ellas nos muestran.
Solo una gran diferencia, cuesta arriba por un sendero voy rápido controlando mis latidos; cuesta arriba por el borde de una piel voy despacio perdiendo el rumbo.