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  • Foto del escritorMarco Lari

Mi ropero habla.

¡Hey! ¿No me has escuchado roncar? Crujen mis patas, suenan como cuando rechinas los dientes. Muchas veces me has despertado, en cambio yo, trato de aguantar que no crujan mis partes, pero en verano es casi imposible, sobre todo cuando dejas las cortinas abiertas y el sol me da al lado derecho. Me encanta como calienta mi piel, cómo vitaliza mi cuerpo y destiñe el color azul que me pusiste hace 6 años.


Me parece que es momento que me ayudes a quitar este color desteñido que no me deja respirar como cuando lo hacía en paz, con aire puro en los bosques del Amazonas. Extraño esos días en que la lluvia inmensa mojaba mis hojas y los animales e insectos, como pájaros, hormigas, gusanos y las arañas; que andaban haciéndome cosquillas y lo siguen haciendo por todas mis esquinas. ¿Qué será de la vida de Paco el oso perezoso? Se pasaba la eternidad en lo más alto, y Juliana, la anaconda que de vez en cuando me visitaba. Fue una etapa de mi vida donde aprendí mucho de la naturaleza y ahora estoy aquí cuidando tus sueños y secretos, dándote por las noches aire de selva libre.


Me acuerdo cuando pasamos la primera noche solos, no dejabas de llorar. Eras muy intenso, pero lo mismo me paso con tus hermanos y tu papá… Ufff, ¡tu papá! Mejor no te cuento sus historias…. jajaja.


Vi cuando tu mamá te soltó para que des tus primeros pasos, parecías borracho, casi rozabas el suelo, pero tu mami confiada de que yo estaba cerca para poderte agarrar.


Debajo de esta pintura azul están las marcas conforme ibas creciendo, cada raya grabada en mi piel, muchas veces por encima de tus hermanos, hacían un momento de felicidad pero también siento tristeza porque en algún momento me vas a dejar. Es parte del ciclo de la vida, no pasa nada amigo. Esas rayas son parte de ti y de mí, estamos juntos. Se de tus deseos y sueños húmedos, se de una tarde, que entraste con tu vecina al cuarto y me parece que no había nadie más en la casa. Ella es pocos años mayor que tú y sentía tu nerviosismo. Metiste rápido en mis cajones la ropa que andaba en los suelos mientras ella se tiraba en la cama. Era una tarde de verano y andaban con poca ropa, tú no sabías que hacer con las manos mientras ella encontró una revista de esas que veías por las noches. Esas que escondías debajo de mi último cajón pero esta vez estaban debajo de tu almohada. La vecina sonrió y te pidió que te acercaras para que le expliques de qué se trata. Te quedaste mudo, ella reaccionó y te tomo de la mano para jalarte a la cama; no sabías que hacer, de pronto se pone de rodillas sobre la cama y se levanta el polo pegado al cuerpo, te toma de la mano llevándola a sus pechos. Yo estaba muy entusiasmado por lo que veía... y entra tu mamá a la casa llamándote fuerte, haciendo que la vecina deje todo como estaba. Se notaba como corría tu sangre por las venas, nunca te había visto así.


Ahora estas más grande y disfruto verte disfrutar, me haces acordar de Juliana la serpiente, cuando me visitaba paseando por mis brazos muy lentamente y sintiendo como deslizaba su piel por cada rincón, con un ajuste final que hacía estremecer mis raíces.


Sigo hablando de madrugada y no me escuchas, estas seco por pasarte la tarde estudiando. Lo entiendo y sé que mañana te irá muy bien en las pruebas, pero no te olvides que el fin de semana me prometiste que pasarías una lija por todo mi cuerpo ¡que rico!... y me cambiarías de lugar. Como me gusta cuando arrastro mis pies, lo siento hasta la hoja más alta de mí ser… es como si todavía estuvieran ahí, como si nunca me las hubiesen arrancado de raíz.



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